Como ya comenté en un artículo precedente [*], el que fue codescubridor del virus del sida, el nobel Luc Montagnier, está trabajando en una línea de investigación esencial en el campo de la medicina y biología humanas: las propiedades excepcionales del agua de almacenar ondas electromagnéticas, por ejemplo, las provenientes del ADN. Con ello retoma las investigaciones de Jacques Benveniste, pionero en el estudio de la memoria del agua, y que fue duramente criticado por la revista Nature.
En el documental On a retrouvé la mémoire de l´eau (2013) Luc Montagnier y su equipo reproducen un experimento que realizaron por primera vez en julio de 2005. Se trata de lo que él denomina Transducción del ADN. Se parte de ADN disuelto en agua de un paciente infectado por el virus del sida, se realiza unas disoluciones sucesivas hasta la eliminación de las moléculas presentes (muy similar al usado en la preparación de remedios homeopáticos) y se colocan dichas soluciones en contacto con un pequeño micrófono. Seguidamente las emisiones generadas por las soluciones, que recordamos son agua pura, son captadas por el micrófono, son amplificadas, y generan un archivo informático, el cual será posteriormente enviado a un laboratorio a más de mil quilómetros de distancia (el experimento se realiza en Nanectis Biotechnologies en Francia, y se envía a la universidad de Benevento en Italia). El archivo con las ondas registradas es leído en el laboratorio italiano y se aplica a un tubo de agua pura durante una hora aproximadamente. O sea, se deja que el agua capte la información con las ondas electromagnéticas generadas en el laboratorio francés. La idea es reconstituir el ADN a partir de esta muestra de agua codificada. Esta agua servirá como elemento de información para reconstituir el ADN a partir de una muestra de nucleótidos en presencia de un catalizador que es la polimerasa (esto ya normalmente se realiza para recomponer ADN pero en presencia de algunos fragmentos de ADN físico, no de agua pura). La clave del experimento está en reconstituir la secuencia completa del ADN a partir de agua que escuchó la grabación de las ondas captadas en el laboratorio francés. Es como si el agua ofreciera el patrón necesario para la organización coordinada de los nucléotidos Se obtuvo en el experimento una reconstitución completa del ADN en un 98 %, lo que Montagnier considera como un verdadero éxito.
En el artículo DNA Waves and Water (L. Montagnier, J. Aissa, E. Del Giudice, C. Lavallee, A. Tedeschi, G. Vitiello) publicado en la revista Journal of Physics en 2011 se ofrecen más detalles de dicho experimento. Después de leer el artículo he creído interesante destacar el hecho de la importancia de la emisión electromagnética por parte de ADN viral y bacteriano, lo que permite consecuentemente actuar sobre dichas emisiones con ciertas frecuencias con el fin de neutralizar el efecto nocivo de estos microorganismos. Estas frecuencias caen en el dominio de las ELF (Extremely Low Frequencies) en el intervalo [500-3000 Hz]. El agua capta dichas frecuencias, almacenándolas de alguna forma u otra en la estructura molecular. En dicho artículo se ofrece la siguiente explicación teórica:
El agua está formada por agregados de millones de moléculas. Estos agregados, estimulados por la presencia del ADN, pueden formar estructuras, que denominaríamos nanoestructuras, que tendrían un diámetro de unos 100 nanómetros. Estas nanonestructuras formarían dominios de coherencia, como espacios donde las moléculas vibrarían al unísono, entrando en un estado de coherencia. Las ondas electromagnéticas emitidas por el ADN parisino se alojarían en dichos dominios de coherencia. Esta emisión electromagnética queda atrapada en dichas estructuras, cuya longitud de onda es del tamaño de las nanoestructuras. Estas y su resonancia electromagnética son capaces de perpetuar la información del ADN.
El papel del agua es primordial en el organismo. Hace años Albert Szent-Gyorgyi propuso que el agua alrededor de las biomoléculas podría ser el origen de la excitación electrónica molecular responsable de las reacciones químicas.
Un detalle importante en el experimento de Montagnier es que ha de haber una radiación electromagnética de muy baja frecuencia de fondo, tal como es la resonancia Schumann de menor frecuencia, la de 7,83 Hz. Sin fuente natural o artificial no hay detección de señal electromagnética por parte del agua. En el caso de los humanos dicha fuente puede ser producida por el sistema nervioso. También es esencial la resonancia Schumann para la emisión electromagnética del ADN.
Al final del artículo se hace hincapié especial en las aplicaciones médicas. Se han detectado señales electromagnéticas procedentes de pacientes con enfermedades crónicas, como Alzheimer, Parkinson, Esclerosis múltiple, artritis reumatoide… lo cual apunta a que dichas enfermedades pueden tener asociadas un origen bacteriano y/o viral, ya que son algunas secuencias de ADN viral y bacteriano las que inducen señales electromagnéticas de muy baja frecuencia en soluciones acuosas altamente diluidas. Estas conclusiones siguen chocando a la comunidad científica, ya que hasta el momento presente a dichas enfermedades no se les asocia ningún origen bacteriano o viral. Incluso Montagnier afirma que el autismo se puede tratar con éxito con la suministración adecuada de antibióticos.
La cuestión es que con las investigaciones en curso se abre un campo prometedor en el tratamiento electromagnético de enfermedades. Desde hace años, la bioenergética ya trabaja en este sentido. Lo importante es que estas investigaciones se conduzcan a nivel global y que desde revistas prestigiosas como Nature o Science se dé una amplia difusión de estas con seriedad y respeto.
©Teresa Versyp, Julio 2015