En los inicios de este nuevo milenio está consiguiendo protagonismo un nuevo ámbito de terapia, denominada medicina energética o terapia vibratoria. Esta medicina, en sus diferentes modalidades, trabaja directamente sobre el cuerpo energético humano con la finalidad de restablecer el equilibrio.
¿Somos energía entonces? ¡Evidentemente! Con la ayuda de las teorías modernas de la Física, como la Física Cuántica o la Física de partículas elementales, sabemos que el hombre es un ser energético. Los experimentos realizados han demostrado que en el nivel cuántico –el mundo atómico y subatómico- toda la materia es energía. De hecho conocemos esta equivalencia gracias a la ecuación de Einstein, E = mc2, donde E representa la energía, m, la masa, y c, la velocidad de la luz (300 000 Km/s). En estos términos, el ser humano es un sistema de energías que están en vibración incesante, es decir, las moléculas de que estamos constituidos están formadas por átomos y éstos por partículas subatómicas en interacción y movimiento constante.
Desde hace mucho tiempo, la cultura oriental nos habla de este cuerpo energético humano, teniendo en cuenta diferentes niveles según la frecuencia de vibración de las partículas constituyentes y que son denominados plano físico-etérico, emocional, mental, y espiritual. El equilibrio o relación harmónica entre estos niveles es importante para estar saludables física y emocionalmente. Sobre estas facetas actúan la amplia gama de las diferentes terapias energéticas con tal de mejorar el flujo energético dentro de nosotros. Entre ellas, podemos destacar la homeopatía (utilización de dosis minúsculas de medicamentos), la acupuntura (actúa sobre los canales energéticos), la cromoterapia (hace uso de luces de diferentes colores que se aplican sobre algunas partes del cuerpo), la cristaloterapia (los cristales, gracias a su coherencia molecular, son excelentes medios de curación) o por ejemplo, las esencias florales, como las flores de Bach.
Éstas últimas comienzan a ser muy buenas aliadas en la sanación y son un excelente complemento de la medicina tradicional. La terapia de las flores de Bach consiste en la curación a través de un extenso abanico de esencias de flores silvestres, de problemas psicológicos y emociones que provocan desequilibrio y falta de armonía. No se utiliza la planta físicamente, sino la energía esencial de ella que es extraída mediante un proceso particular y es depositada en un líquido.
Es importante que desde diferentes ámbitos se considere al ser humano como una unidad donde el cuerpo y la conciencia sean valorados por igual y se acepte que están íntimamente vinculados. Como dice el aforismo Mens sana in corpore sano…
Teresa Versyp Octubre 2005