El agua, fuente de vida, es el componente principal de la materia viva, constituyendo cerca de un 70% de la masa total y el 99% del número total de moléculas en el ser humano. Si además tenemos en cuenta que antes de nacer hemos estado sumergidos durante nueve meses en el agua fetal de nuestra madre, la importancia del agua es capital. Al nacer, tenemos aproximadamente un 70% de agua, fracción que va disminuyendo lentamente a medida que vamos envejeciendo. La mayor parte del agua es intracelular, el resto es extracelular y se reparte entre el plasma, la linfa y los líquidos intersticiales. La actividad proteínica y, en general, los fenómenos de reconocimiento molecular necesitan del medio acuoso, donde la dinámica de los agregados moleculares del agua es crucial. Cuando nos referimos a esta agua integrante en el organismo es agua estructurada y posee características físicas, químicas y energéticas bien diferentes al agua libre.
Veamos su estructura química brevemente:
La molécula del agua es muy sencilla químicamente, consta de dos átomos de hidrógeno y una de oxígeno, lo cual se traduce en H2O. En realidad es una molécula polar donde el átomo de oxígeno se une covalentemente con dos átomos de hidrógeno. El carácter dipolar que presentan las moléculas de agua – debido a la distribución asimétrica de los electrones compartidos – hace que interaccionen entre sí mediante enlaces o puentes de hidrógeno. El hecho de que alrededor de cada molécula de agua pueda haber hasta cuatro moléculas unidas por puentes de hidrógeno permite el establecimiento de una estructura de tipo reticular. Los enlaces de hidrógeno pueden estirarse, doblarse, torcerse y modificarse sin romperse como si fueran resortes flexibles. Pueden absorber, almacenar y ceder información y energía.
Aunque el agua tiene una fórmula relativamente simple, posee unas características muy particulares. Normalmente todos los compuestos aumentan su densidad a medida que baja la temperatura. Ello se cumple en el agua hasta los 40C, temperatura a la que alcanza su máxima densidad. Pero si baja la temperatura hasta los cero grados disminuye su densidad; por esta razón el hielo flota y es posible la vida bajo su superficie. Otra característica es que su viscosidad disminuye con la presión, al contrario de todos los demás líquidos. Puede comportarse como ácido y como base. Además, puede remontar por capilaridad, desafiando la gravedad.
Las propiedades del agua se ven modificadas por diversos efectos físicos tales como eléctricos, magnéticos o electromagnéticos. Por ejemplo, se sabe que la luz azul-violeta aumenta el pH, mientras que frecuencias inferiores como, por ejemplo, la luz roja, lo disminuye. Los efectos magnéticos debilitan el enlace hidrógeno, reducen la tensión superficial, y también modifican los espectros de absorción óptica en ultravioleta e infrarrojo. Asimismo, el agua es extremadamente sensible a los campos electromagnéticos.
Durante las últimas décadas han ido surgiendo teorías en torno a las propiedades del agua mediante diferentes métodos de análisis y que demuestran una estructura supramolecular (agregados moleculares estructurados) capaz de almacenar información esencial para las moléculas y mecanismos metabólicos. Estas agrupaciones de las moléculas de agua son una vía esencial a través de la cual se comunican las moléculas biológicas. El agua está altamente ordenada y tiene un papel amplificador. Investigaciones llevadas a cabo por el científico Gérald Pollack, ingeniero biomédico de la Universidad de Washington, y su equipo son muy relevantes al respecto. Incluso este científico bautiza este estado peculiar del agua como una cuarta fase, ocupando un lugar de honor al lado de los estados ya conocidos, sólido, líquido y gaseoso.
Según este bioingeniero, el agua en el cuerpo (el agua en contacto con superficies hidrofílicas) está organizada en una estructura pura, densa y cargada eléctricamente, una estructura que surge en superficies en contacto, como una proteína o la propia membrana celular. Esta estructura tan singular puede tener un grosor de varios centenares de micras. En dichas zonas estarían excluidos los solutos, por dicha razón son llamadas exclusion zones. Es como si estas zonas apartasen de sí mismas cualquier soluto en disolución. Las moléculas de soluto son incapaces de penetrar dichos dominios o zonas de coherencia debido al empaquetamiento fuerte de las moléculas coherentes dentro de la fracción no coherente. Estaríamos hablando de agua con un alto grado de viscosidad, mostrando una “estructura cristalina”, similar a la estructura del hielo, y con cierto potencial eléctrico negativo (entre 100 y 200 mV) respecto al agua vecina libre. O sea, esta zona de exclusión tendría una carga eléctrica negativa neta. Esta agua sumamente ordenada estaría estructurada en lo que podríamos denominar dominios de coherencia, según Pollack, celdas hexagonales a modo de panal de abeja con sus moléculas constituyentes capaces de entrar en vibración simultánea (actuando al unísono, como una totalidad) y de este modo constituir una red de transmisión esencial en los procesos biológicos.
Pollack comenta que la energía responsable de la existencia de esta zona de exclusión proviene de la luz, concretamente en el espectro ultravioleta, visible e infrarrojo. Los fotones de la luz solar tienen un efecto muy poderoso sobre estas zonas de exclusión aumentando el orden y haciendo que se cargue la batería eléctrica de estos pequeños dominios de agua a nivel nanométrico. La luz solar se hace imprescindible para este planeta e imaginarme este hermoso vínculo entre el agua y la luz del Sol me recuerda la perfección de la vida.
Además, el agua guarda memoria de haber estado en contacto con moléculas disueltas, no solo por efectos de transmisión de cargas eléctricas en juego sino también por emisiones electromagnéticas por parte de proteínas o el propio ADN, tal como ya demostró el Nobel en medicina Luc Montagnier hace más de una década. Este destacado médico y virólogo obtuvo, junto a Françoise Barré-Sinoussi y con Harald Zur Hausen, el premio Nobel de Medicina en 2008 por sus investigaciones sobre el descubrimiento del virus causante del sida. El grupo de Montagnier fue el primero en aislar el virus VIH. En el transcurso de sus investigaciones, observó un peculiar comportamiento al filtrar soluciones que contenían virus y bacterias. Constató que al filtrar estas sucesivamente hasta lograr que no quedara ninguna muestra de ambos, al cabo de unos días después, en el filtrado volvían a aparecer virus y bacterias. Además, detectó señales electromagnéticas a medida que se iba diluyendo la solución. Cuanto más diluidas estaban estas soluciones, más señales electromagnéticas eran detectadas. Concluyó que el ADN produce cambios estructurales en el agua que persisten en disoluciones muy altas.
Ya en la década de los sesenta, Giuliano Preparata, eminente físico teórico italiano y físico nuclear, comentó en su momento que la molécula individual es como una radio que emite radiación electromagnética a una frecuencia muy precisa y de la misma manera que la radio comunica su música a distancia, la molécula va creando una armonía de largo alcance.
Hay muchísimas investigaciones en curso referentes a una transmisión de información a nivel energético por resonancia electromagnética. Estas investigaciones cambiarán la forma de enfocar muchos procesos biológicos y tienen la capacidad de trascender posturas dogmáticas dentro de las ciencias biológicas y de la salud; espero que poco a poco vayan ganando en visibilidad y también puedan disponer de generosos recursos para una mayor y más extensa investigación.
Abril 2023 © Teresa Versyp