El pasado sábado 26 de marzo tuve el placer de impartir el curso De la Física Cuántica a la Conciencia en Barcelona, en el centro Merrylife, asociación comprometida con la espiritualidad, ciencia, bienestar y arte. Hace ya muchos años, más de veinte, que imparto esta formación anualmente, siempre con ilusión, compromiso y una buena dosis de conocimientos que compartir en el área de la Física Cuántica. Siempre hay avances muy significativos en este campo, año tras año. No hemos de olvidar que la computación cuántica, las últimas tecnologías cuánticas punteras, los avances en el campo de la biología cuántica van sucediéndose cada vez más deprisa, impregnando todas las células de la sociedad.

Tuve la oportunidad de explicar a los alumnos con detenimiento los cuatro principios básicos de la Física Cuántica: la dualidad onda-partícula, el principio de incertidumbre, el principio de superposición, y la no-localidad o entrelazamiento cuántico. El hecho de que en el organismo partículas como electrones puedan comportarse como ondas y trasladarse como tales; incluso puedan atravesar barreras energéticas, es el punto de partida para entender que la Vida es mucho más que un conjunto de reacciones químicas y metabólicas. Sabemos por los múltiples avances en el campo de la biología cuántica que en microlapsos de tiempo las partículas pueden estar en varios sitios a la vez, al estar deslocalizadas como ondas. Ello explicaría la suma eficacia de la fotosíntesis en las plantas. Es el comienzo de una aventura fantástica la integración, pues, de los mecanismos cuánticos en el entendimiento de la Vida.

También me referí al agua, como elemento óptimo para almacenar y transmitir información, como han señalado investigadores tan destacados como Emilio del Giudice o Gérald Pollack de la Universidad de Washington, y hablé también del campo biofotónico celular, que hace de campo de interconexión entre las billones de células de nuestro organismo. Alexander Gurwitsch, a principios del siglo veinte, fue el precursor que investigó dicha emisión lumínica por parte de raíces de cebollas, con posterioridad se fueron ampliando estos estudios a partir de instrumental más preciso y mucho más sensible, sobre todo por parte del equipo de Fritz-Albert Popp a partir de mediados del pasado siglo, por lo que ahora gracias a estos predecesores disponemos de instrumental mucho más sofisticado que permite registrar fotón por fotón que va emitiendo nuestro organismo.

Sabemos que estamos formados por átomos, moléculas, macromoléculas, tejidos, órganos, donde cada uno ejerce su función, pero no hemos de olvidar la maravillosa red energética que sincroniza todo el organismo, para que las diferentes partes puedan actuar al unísono. Roger Penrose, profesor emérito de la Universidad de Oxford y premio Nobel en el 2020, ya comentó que en el cerebro tiene lugar una sincronización que trasciende la simple interacción química-eléctrica, como si hubiera una vibración al unísono entre diferentes partes del cerebro para dar lugar a la percepción unificada, y aunque dichos instantes de entrelazamiento son muy pequeños, serían lo suficientemente significativos en los procesos que involucran la consciencia.

Finalizamos la jornada con una hermosa meditación, alineando nuestro cuerpo energético, haciendo uso de un cristal de cuarzo. Doy gracias a todos estos alumnos que asistieron al curso, incluyendo los que estaban conectados vía online. Para mí fue una jornada muy completa y satisfactoria. Comentamos algunos temas muy interesantes y también hubo un pequeño espacio para compartir ideas, experiencias, y consultas sobre todo lo explicado.

Un abrazo a tod@s,

Teresa

 

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